Colón temía quedarse calvo

Nunca está de más, al preparar un viaje tomar ciertas precauciones y hacer algunos preparativos. Una de las recomendaciones más habituales para los turistas es proveerse de un botiquín. Su volumen dependerá de lo hipocondríaco que uno sea, pero a buen seguro que todos llevamos aspirinas o analgésicos similares, y la tirita es un clásico ya en esos paquetitos con hilo, botones e imperdibles que te ponen en algunos hoteles.

Según la edad y los achaques se puden añadir protectores estomacales, antiinflamatorios para el reúma, vitaminas para aguantar el tirón museístico-monumental y otras preparaciones farmacéuticas.  Los y las más optimistas, alguna fabricada en látex.

No hay de qué avergonzarse. Son cosas normales y se venden para mejorar nuestra calidad de vida. Pero es que además hay precedentes, y de viajeros tan ejemplares como Cristóbal Colón, que lo tenía mucho más difícil que ir a la farmacia. La cuestión se hace evidente a través de algunos de los comentarios que nel marino anota en la “Historia Natural” de Plinio el viejo: hacía sus viajes prevenido.

Hombre maduro ya, hacia 1504, el Almirante se mostrada preocupado por cómo combatir el llamado mal de la piedra, o sea los dolorosos cólicos nefríticos y los cálculos renales; pero también estaba  preocupado por la alopecia y las canas, que amenazaban esa imagen ciertamente «pop avant la páge” que nos han dejado en los retratos de Colón con su media melenita.

Colón bastante idealizado y joven, con su media melenita bajo el birrete
Colón y la abundante cabellera con la que ha pasado a la historia

Sigo la edición de Juan Gil para el V Centenario, donde se lee la siguiente apostilla para un texto de Plinio sobre «cómo se quitan las canas de la cabeza»:

«Escriben que la ceniza del miembro genital del asno hace los cabellos más espesos y quita la canicie, si se afeita la cabeza y se emplasta con ella”.

Otro remedio:

«E1 polvo o la ceniza de cuerno de cabra, pero mejor la de macho cabrío, si se le añade nitro, semilla de tamarindo, mantequilla y aceite…, conserva a maravilla el cabello, que no se cae».

Y Colón, en el margen, para acordarse resume: Porque no cayan los cabellos”.

 

Desde luego hoy es más sencillo acudir a  farmacia o a Turquía que seguir esa recetas.

 


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