El primer cuento que contó un ser humano resumía un viaje. Quiero creer que fue así. Quizá una descripción de lo visto más allá de la caverna, al otro lado de los cerros que acotaban el valle de aquel primer ser humano.
Contar un viaje es revivirlo, sentirse transportado por un momento al lugar y tiempo elegidos como destino. No digamos mostrar las fotos o un video
Por eso hubo un tiempo en que los viajeros eran sagrados, pues traían novedades, y la hospitalidad, además de un deber, un poderoso vínculo. Se ve cuando Odiseo regresa a Ítaca, a su palacio, bajo la figura de un vagabundo. Su viaje le ha puesto nombre a todos los que presentan una mínima dificultad. Pero el retorno de Ulises a aquello que sentía como propio es un ejercicio tan reconociblemente humano que seguirá en nuestras bocas hasta el fin de los tiempos sin perder un soplo de emoción.
«El viaje fue quizás una de las primeras manifestaciones o consecuencias de la pérdida del Paraíso». Dice Cesar Antonio Molina en el prólogo a «Viajes imaginarios y reales», una antología de artículos de Álvaro Cunqueiro en la que se incluye el titulado «El retorno de Ulises”.
El autor gallego había leído en la prensa la noticia de que Ítaca se hundía en el mar, como Venecia. Entonces se imagina tomando vino junto al héroe de Troya y escuchando sus historias… «Y yo tenía a Ulises a mi lado, bebiendo al amor de la sombra, y había que decirle que Ítaca no existía. Ir a Troya a la guerra, vencer con el arma y el engaño, y navegar tantos días como hebras tenía el ovillo de Penélope, navegar hasta la ira y la desesperanza, ir y venir sin pausa, y el único sueño, en tanta navegación, llegar a Ítaca al alba, aunque solamente fuese para morir, ¡e Ítaca no existe!».
Cunqueiro no se atreve a decírselo. Claro.
El viajero debe tener siempre en cuenta que Ítaca no existe, al menos tal como la dejamos. Quizá todo ha cambiado. Y él lo ha hecho, sin duda. Durante el viaje ha ido apresando lugares y momentos, y cuando lo cuenta evoca esos fragmentos de realidad. Aquí están algunos de los nuestros porque, contra lo que pueda parecer por el uso de fotos y videos que reflejan al margen fecha y hora, poner palabras es útil para apresar mejor esos pequeños paraísos.